Dicen, y con razón, que los ayuntamientos se han convertido en un lastre económico, los mas grandes, -por ejemplo Madrid, Valencia...-, con deudas de escalofrío además del enchufismo en la contratación de personal, dónde más vale tener un buen “padrino”, sin embargo como no conoces a los cientos de miles o millones de personas que pueden vivir en la ciudad no le identificas directamente.
El caso de los pueblos se agudiza mucho más además de deudas, enchufismo y todo aquello que cualquiera se puede imaginar, se prestan servicios sociales. El derecho a que se reconozca una prestación se tiene que pasar por “la ventanilla subjetiva” del encargado de hacer las valoraciones. Con la subjetividad valorativa, del amiguismo y del voto cautivo se reconocen prestaciones a las que no se tienen derecho
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